-Test drive: Una opción que no está disponible en modo carrera; escogiendo Test drive
podremos correr libremente por los escenarios sin ningún objetivo que
disfrutar. Idóneo para ir conociendo tanto el escenario como el
vehículo como la palma de nuestra mano, y ver cómo se las apaña para
resistir los saltos y impactos.
Avanzando en el juego conseguiremos desbloquear una amplia gama de vehículos que han sido diseñados para el juego -consecuentemente no apreciaremos ninguna marca de coche real-. Si tenemos suficiente dinero, podremos comprarlos para seguir adelante con el juego. Será inevitable verlos abollados y destrozados si queremos la victoria, pero no tendremos que preocuparnos por arreglarlo, como ocurre en la mayoría de los juegos donde el coche se daña.
Las prestaciones de los coches giran en torno a unos factores de velocidad, aceleración, maniobrabilidad, fuerza destructiva y defensa, visibles en la parte inferior de la pantalla en los concesionarios y garajes. Estos factores varían en cada coche basándose en un balance lógico -a mayor velocidad, menor será la defensa o a mayor fuerza destructiva, menor la maniobrabilidad o la aceleración-. Esto hará de cada vehículo una máquina preferible para los tipos de carrera que mejor se adapten a sus prestaciones, para así obtener la victoria. Dichas características también pueden ser mejoradas en el taller así aumentando el rendimiento, aparte de poder colocar el Minigun, un arma de 800 balas y alta cadencia de disparo, o incluso hasta un mecanismo lanzamisiles de 15 cabezas. Y no nos olvidemos del tuning. Como buen juego de conducción, nos es concedido para instalar a nuestro vehículo parachoques, alerones y vinilos, adaptar la suspensión para correr off road o encima del asfalto, etc.
Los impactos y saltos son la clave de este juego, y su mezcla con los excelentes gráficos nos emborrachará al instante. La resolución óptima y FPS absequibles para la comodidad de nuestra visión se consiguen sin necesidad de ningún ordenador potente. Los gráficos resultan muy atractivos, tanto el entorno como la luz del sol que se refleja en ellos. Aún así, han sido los vehículos los que han recibido mayor protagonismo gráfico, tanto en las texturas como los reflejos -claramente visibles en el menú principal, donde se muestran los coches de diferentes ángulos-. Y no hablemos de la sensación de velocidad, que de ninguna manera nos defrauda. El entorno tiende a ser muy interactivo, con objetos que se dañan o que explotan, creando en nuestro coche diferentes daños basándose en la intensidad o la zona de impacto, recreando así un sistema de daños más realista. Sin lugar a dudas, vemos la concentración de muchas de las características de clásicos de derby, añadiéndoles una suma de potencia gráfica que no tiene nada que envidiar de otros juegos. ¿Que más podríamos pedir?
Una vez montado el chásis, al juego sólo le faltaba añadir los detalles para conseguir una obra de arte de conducción explosiva. Y la verdad, no les ha ido nada mal a los productores. Comencemos por la pantalla de juego.